GRAF8986. NUR-SULTÁN (KAZAJISTÁN), 29/01/2021.- Fotograma del filme kazajo "The Crying Steppe" ("El llanto de la estepa"), sobre las hambrumas que azotaron esta nación centroasiática entre los años 20 y 30 del siglo XX. El cine kazajo sueña con lograr un Óscar con este drama histórico, que muestra la "verdadera historia" de su país en un filme que revive el dolor de la devastadora hambruna cometida por los bolcheviques hace un siglo. EFE/ Edvard Shurpistki / MG Production Plus / -SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA-

Kazajistán presenta a Óscar la gran hambruna cometida por los bolcheviques

Kulpash Konyrova

Nur-Sultán, 29 ene (EFE).- El cine kazajo sueña con lograr un Óscar con el drama histórico «The Crying Steppe» («El llanto de la estepa»), que muestra la «verdadera historia» de su país en un filme que revive el dolor de la devastadora hambruna cometida por los bolcheviques hace un siglo.

«Esto permitiría mostrar la verdadera historia del pueblo kazajo a todo el mundo», dijo a Efe el productor del largometraje Ernar Malíkov, quien añade que «el tema del filme estuvo durante largo tiempo censurado» en su país «desde la época de la URSS».

La ampliación de diez a quince del número de cintas semifinalistas que optarán este año al Óscar a Mejor Película Internacional ha dado nuevas esperanzas a los creadores de este largometraje, que cuenta una parte de la historia kazaja silenciada durante años.

LEVANTAR EL VELO DE LA CENSURA

La película muestra cómo sucedió la «sovietización» de la naciente República Soviética de Kazajistán en los años veinte y treinta del siglo pasado, cuando se impusieron las políticas bolcheviques que echaron por tierra las tradiciones nómadas de este pueblo para ‘colectivizarlos’ a la fuerza en koljozes.

El resultado fue la aniquilación prácticamente total de los nómadas kazajos debido a una hambruna que redujo la población autóctona a menos de la mitad, la represión estalinista y la masiva migración al exterior.

MUERTE POR INANICIÓN

«A pesar de que han pasado cien años desde el inicio de la gran hambruna, todavía las generaciones de kazajos posteriores a la tragedia guardan en el subconsciente el miedo a la aniquilación física», afirmó a Efe la directora y guionista de la cinta, Marina Kunárova.

Según la realizadora, la mayor prueba que puede experimentar un ser humano es «la del hambre y la sed».

«Es una muerte lenta. La gente se vio en condiciones extremas, en las que debía sobrevivir de cualquier modo, humillarse y elegir, olvidándose del espíritu libre y valeroso de los nómadas», afirmó.

En una de las escenas del filme varios aldeanos se alimentan de carne humana, y un pequeño dice a su padre: «No podría comerte…»

EL DOLOROSO CAMINO HACIA LA HISTORIA

Kunárova confiesa cuánto dolor le causaba ahondar en los sucesos que relata la cinta y comprender que los Sóviet buscaban que su pueblo «olvidara su lengua, su identidad nacional única».

«Vinimos a construir el comunismo y lo haremos pase lo que pase», grita en la película un comisario soviético, mientras los soldados del Ejército Rojo masacran a los nómadas, tiñendo de sangre la blancura de la nieve sobre la extensa estepa kazaja.

El proceso de creación del filme fue arduo: entre la revisión de archivos y las filmaciones pasaron más de cinco años.

«Mientras estudiábamos los archivos y conversábamos con los pocos testigos de la gran hambruna, comprendimos que era nuestro deber profesional y civil hacer un filme así ante nuestros antecesores y ante las generaciones venideras de kazajos, que necesitan conocer estos tristes pasajes de la historia», explicó Malíkov.

DE ASESINO DE LOS ZARES A VERDUGO DEL PUEBLO KAZAJO

Uno de los nombres propios de la tragedia es el del bolchevique Filipp Goloschokin, conocido por ser también uno de los organizadores de la ejecución del último zar, Nicolás II, y su familia en 1918.

Goloschokin, que aparece en la película, fue el encargado de implantar las políticas de los Sóviet en Kazajistán desde mediados de los años 20 del siglo pasado.

Estas políticas autoritarias, recordó Malíkov, diezmaron también otros pueblos del antiguo Imperio ruso como el ucraniano, el tártaro, el baskir y el ruso.

Según estimaciones, durante las principales dos hambrunas -la de los años 1919-1922 y la de 1929-1932- murieron más de 1,5 millones de kazajos, aunque hay historiadores que consideran que habrían muerto entre 2 y 2,3 millones de personas.

Varios millones más se vieron obligados a huir a las vecinas Rusia, China, Afganistán o Irán. Al final, la población kazaja pasó a ser una minoría étnica en su propio país.EFE

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